MÁS LUPA Y MENOS CULPA
Poner el foco en las tripas, en la esencia, en lo verdaderamente vital e importante.
Es el mantra que estoy repitiendo más últimamente.
Es un llamado a la atención, a la concentración, al silencio interior, a poner el foco en lo importante, a hacer zoom y ampliar la imagen, a enterarte de la fiesta y a bucear en tus profundidades, para hallar el tesoro: la verdad de quién tú eres.
Más lupa y menos culpa.
Hay una energía muy potente que se mueve en el ambiente y nos tiene a todos locos. El que busca entender para no sentir, todavía se revuelve con más resistencias en su asiento mental. Quien quiere controlar esas emociones desconcertantes que entran y salen, sin permiso ni papeles, se encuentra exasperado con su propio juez interno, que por muchas leyes que promulga no consigue ordenar el patio.
Lo cierto es que tus sensaciones internas ni te engañan ni te someten. Es más bien al contrario. Eres tú, quien desconectada de tu alma tantos años, has normalizado no escuchar al cuerpo ni atender sus sutiles llamadas de socorro. Y has buscado controlar lo de afuera para no sentir lo de dentro.
Ahora lo de adentro llega con tal fuerza que no hay mente ni fármaco que pueda controlarlo. Lo de adentro son todos tus secretos silenciados, los tuyos y los de tu clan. Tus duelos bloqueados y los trocitos de tu alma fragmentada en cada escaramuza que le tocó vivir. Todo se muestra en perfecta sincronicidad.
Y así, como un tsunami que se eleva por encima de cualquier decorado artificial impuesto por el plan urbanístico de tu mente y su entramado sociocultural, llega tu verdad nuclear reclamando su legítimo lugar.
Llega el niño interior con sus heridas no atendidas. Llegan los traumas silenciados por vergüenza, miedo y pura supervivencia. Llegan los amores inconclusos y aquellos que, disfrazados de amor, hicieron mucho daño. Llega la rumiación obsesiva para recordarte que tu naturaleza esencial es mucho más profunda que todos tus pensamientos juntos. Llegan las memorias viejas que están tan frescas como cuando sucedieron.
Y entonces ¿qué puedo hace en medio del caos?
Más lupa y menos culpa.
¿Cómo mantenerme erguida sin caer en la rigidez de mis dogmas internos y como hacerme suficientemente flexible ante una marea que me arrastra y me sacude?
Más lupa y menos culpa.
¿Y entonces? Lo has entendido perfectamente, ponte en situación y atiende.
Tiempos revueltos exigen calma en las respuestas y en la toma de decisiones. Asuntos delicados piden pensárselo dos veces. Las aceleraciones bruscas demandan silencio, concentración y observación. El desafío no es solo el control mental de siempre. El gran reto es la intuición visceral al servicio del Amor grande.
Más lupa y menos culpa.
Más foco y menos sofocos.
Más cámara lenta y menos tomas falsas.
Más atención y menos distracción.
Más hacerte cargo de ti mismo y menos buscar pobrecitos para salvar o aliados que te salven.
Más parar para reubicarse y menos arrancar sin rumbo ni directriz.
Más fijarte en lo que realmente es y menos excusas para seguir como siempre.
Más poner luz en los detalles y menos eludir responsabilidades.
Pase lo que pase ahí afuera, ha llegado el momento de atender tu interior como la criatura sagrada que tú eres.